EDUCACION Y DIFERENCIACION SOCIAL EN COLOMBIA

La relación entre educación y clase social es fundamental para la comprensión de la 
dinámica del sistema educativo. Es un campo común afirmar que la educación expresa las 
características de la sociedad dentro de la cual se halla inmersa, pero se ha tendido a 
olvidar que las sociedades estratificadas se aprovechan de sus sistemas educativos de 
muy diversa manera. Este hecho es todavía más pertinente sí se recuerda que las clases 
constituyen una de las dimensiones más importantes de la estructura social. Si definimos 
las clases como agregados de individuos y familias con posiciones socioeconómicas 
similares, encontramos que ellas poseen diversas capacidades de acceder a los bienes y 
servicios de la sociedad según su propiedad, sus ingresos y su ocupación, esto es, su 
riqueza. Estas características les confieren a sus integrantes un modo de vida típico que 
se traduce en un comportamiento y en un conjunto de valores particulares que a su vez se 
convierten en rasgos culturales diferenciadores, reforzando las desigualdades económicas 
que les sirven de base. Ello es lo que ha llevado a identificar las clases como subculturas, 
como formas distintas de socialización, conducta, aspiraciones y actitudes que resultan en 
un estilo de vida propio y específico. 
No obstante que la existencia de la división de clases es ampliamente reconocida en 
nuestro medio, existe una opinión muy extendida de que la educación tiene por sí misma 
la capacidad de promover la igualdad social. Se cree que una expansión de la educación 
trae como consecuencia directa una democratización de las oportunidades ocupacionales 
y un aumento de los procesos de movilidad social ascendente. Se identifica desigualdad 
social con desigualdad de oportunidades educativas, haciendo que éstas últimas 
aparezcan como las causantes de las diferencias de clase dentro de la sociedad. Se 
olvida que las clases toman su asiento en la propiedad, en los ingresos y en la posición 
social y no en el número de años de educación formal a los cuales se pueda tener acceso, 
Estos pueden cumplir una función legitimadora de las posiciones alcanzadas por la vía de 
la riqueza y del monopolio del poder, pero no son necesariamente la fuente última de la 
diferenciación social. Lo que ocurre es que las clases se apropian de diversa manera de la 
educación y a través de ella establecen relaciones diferenciales con el sistema 
ocupacional. ¿Cómo se establecen estas relaciones? Su aspecto más evidente es que 
además de un medio favorable para su desarrollo, la educación exige tiempo —cinco años 
para la enseñanza primaria, once para la secundaria y quince o más para completar la 
universidad—, y no todos los grupos están en capacidad de afrontar las inversiones 
demandadas por los gastos educativos y por la espera laboral que ella exige. La 
educación cuesta a pesar de que las matrículas sean gratuitas. Los círculos familiares 
deben sufragar los gastos de libros, de útiles de estudio y de transporte de sus hijos, 
además de sus necesidades básicas de alimentación, vestido, recreación y salud. Era a 
esto a lo que Max Weber se refería, cuando escribía “que la educación requerida para la 
adquisición del certificado educacional exige considerables gastos y un periodo de espera 
antes de obtener plena remuneración, (lo cual) supone un desplazamiento del talento (del 
“carisma”) en favor de la propiedad
. Pero no es solamente esto. La educación puede crecer sin que se ponga en cuestión la 
organización social. A medida que se expande van surgiendo en su interior nuevas 
modalidades que toman su base en la calidad, en el nivel académico y en la socialización 
(“formación”) ofrecida por las diversas instituciones educativas. La educación se 
democratiza pero también se estratifica internamente. Este aspecto, descuidado por los 
analistas colombianos, ocupará un lugar destacado en esta exposición. El punto de 
partida es que la estructura de clases determina las diferencias de acceso a la educación 
y la dinámica del sistema educativo como un todo. Se busca ilustrar el fundamento de 
esta hipótesis con la finalidad de contrastarla con la muy extendida creencia en la 
capacidad del sistema educativo para acabar con las diferencias sociales. Más que una 
exposición factual acompañada de estadísticas, la reflexión que se ofrece a continuación 
constituye un esfuerzo dirigido a elaborar un marco de referencia para la comprensión de 
las confluencias y disenciones entre la dinámica del sistema educativo y la de las clases 
socialeEn las sociedades con marcadas diferencias sociales —como la colombiana—, las 
clases tienden a educar a sus hijos en distintas instituciones. Al lado de la educación 
sufragada por el Estado, va surgiendo todo un subsistema de carácter privado dirigido a 
escolarizar los grupos directivos de la sociedad. Esto ocurre generalmente cuando la 
educación oficial se “populariza” y los grupos privilegiados comienzan a preocuparse por 
una formación más adecuada para sus hijos. Por supuesto que en el pasado siempre 
hubo instituciones de élite, de cierta exclusividad, especialmente para la enseñanza 
primaria y secundaria; pero también lo es que las clases altas visualizaron las 
universidades estatales como el lugar natural de la educación de sus jóvenes. Y esto era 
así porque sólo los sectores medios y altos finalizaban la enseñanza secundaria. Pero una 
vez que el sistema educativo se expandió en todos sus niveles y que las universidades 
públicas fueron destinadas a absorber la democratización de la educación superior, los 
grupos dominantes redefinieron sus proyectos educativos y empezaron a diseñar nuevas 
instituciones para la formación de los cuadros directivos de la política y de los negocios. Si 
bien estas instituciones se rigen por las directrices generales impuestas por la sociedad, 
por el Estado a través de su Ministerio de Educación, ellas presentan sus propias 
acentuaciones que les confieren una característica muy especial en el escenario de la 
educación nacional. 
Gonzalo Catañon