niños con necesidades espaciales

Escuelas que se adaptan a los niños

 

La educación inclusiva es lograr que todos los estudiantes aprendan a su ritmo, las mismas cosas.

Karla se mueve sonriente, y con prisa, por los pasillos del colegio. En sus manos sostiene cuatro princesas, finamente dibujadas en una imagen a color. Las muestra a sus compañeros, a los profesores, a los visitantes. A todos les comenta que son hermosas. Cenicienta, Rapuzar, Blanca Nieves y la Bella Durmiente la tienen deslumbrada.

“Quiero hacer un teléfono para que las princesas contesten”, dice emocionada. Tiene 15 años y cursa quinto de primaria. Hace año y medio llegó al colegio oficial República Bolivariana de Venezuela, ubicado en el barrio Santa Fe, de Bogotá. Este plantel educativo –que fue visitado años atrás por el fallecido presidente Hugo Chávez Frías- le apuesta a la inclusión social: niños y jóvenes son aceptados sin objeciones sobre su condición de vulnerabilidad. Entre se educan cerca de 250 estudiantes que tienen autismo y déficit cognitivo. Todos conviven bajo un mismo techo y con las mismas reglas.

Karla tiene autismo. Este colegio fue su primera experiencia de escolaridad formal. Al comienzo requirió mucho apoyo para aprender a seguir instrucciones, hacer tareas e interactuar con sus compañeros pero, con el paso del tiempo, sus progresos fueron maravillosos.

“Las personas con autismo, de manera especial, nos dan una idea cercana de lo que podría ser la bondad pura, ellos hace mejor al mundo”, dice el profesor Mauricio Molano. Y explica que desde que Karla estudia y juega con otros niños aprendió que existe algo llamado disciplina, el sentirse parte de una comunidad educativa, con derechos y deberes, y ha logrado habituarse a un entorno ruidoso, algo que no siempre es fácil para las personas con autismo, pues suelen ser muy sensibles a los ambientes con estímulos simultáneos.

Pero a la vez les ha enseñado a sus compañeros a aceptarla y respetarla, incluso protegerla. “Cuando los niños de desarrollo típico se educan desde edad temprana con pequeños de necesidades educativas especiales, aumenta su capacidad de ser sensibles ante la diferencia”, agrega Molano. Y este compartir permite que un niño con autismo, síndrome de Down o déficit cognitivo comprenda qué es convivir en sociedad; quiera vivir lo que los demás viven y aprenda a ser niño antes que discapacitado.

Incluso, estos chicos desarrollan habilidades que no lograrían potenciar si estuvieran en una educación especial, que, según expertos a favor de la inclusión, tiende a ser terapéutica.

 

Esto es educación inclusiva, una educación para todos sin visos de segregación; que abre las puertas de un colegio regular a cualquier estudiante, sin importar su condición. “Es adaptar las prácticas pedagógicas a las necesidades particulares de los niños, posibilitando que todos aprendan lo mismo”, indica el docente e investigador Rafael Pabón, experto en el tema.

Este concepto es una evolución del que tradicionalmente se tenía sobre inclusión educativa. Según explica Diana Patricia Martínez Gallego, subgerente de educación de la Fundación Saldarriaga Concha, hace un tiempo se hablaba de integración escolar, es decir, la participación de personas con discapacidad en el contexto educativo regular (que nace con la Ley general de educación en 1994). Hoy se entiende como la capacidad del sistema educativo de responder a la diversidad en la escuela, a las necesidades de todos los estudiantes, y no solo a los de aquellos en condición de discapacidad. “Esto significa tener un currículo flexible que visibilice las diferencias, es decir, que permita a cada niño acceder al conocimiento según sus habilidades y potencialidades. Es darles a los estudiantes la posibilidad de aprender a su propio ritmo”, agrega Hugo Florido, rector del colegio República Bolivariana de Venezuela. El colegio como comunidad explica, ha materializado muchas de sus ilusiones. E insiste en la importancia de que el plantel educativo cuente con su propio jardín infantil de inclusión.

No es, entonces, tener niños con necesidades educativas que hacen acto de presencia en un salón, pero que muchas veces se les deja en un rincón, sin hacer nada. Incluirlos es conectarlos con el aprendizaje, propiciar su socialización, potenciar sus habilidades.

“Sin embargo, la mayor dificultad para hacer educación inclusiva hoy es un sistema educativo que tiende a estandarizar formas de enseñanza y de evaluación, pues quiere que todos los niños sean iguales y cuando hay niños que expresan diferencias y debilidades son vistos como un problema, no como una oportunidad de transformación pedagógica”, señala Pabón.

Aun cuando existen contadas experiencias exitosas, son más los colegios que muestran resistencia a la inclusión, porque no se sienten preparados, por temor a que genere problemas de convivencia o se baje el nivel académico. También, padres de familia que están convencidos de que no existen las condiciones para lograr una permanencia exitosa de los niños con necesidades educativas especiales en aulas regulares, particularmente de aquellos con discapacidades severas.

Patricia Angarita, coordinadora general de la Asociación Colombiana de Padres con Hijos Especiales (Acphe), y terapeuta ocupacional, enumera estos obstáculos: " docentes que no están preparados para manejar personas en situación de discapacidad. En los colegios que hemos visitado, se ha visto que los niños con dificultades son arrinconados y los dejan de últimas en el proceso de aprendizaje, dado que son salones de 35 a 40 alumnos. Otra dificultad: los colegios regulares no tienen arquitectura, planta física ni estructura para facilitar el acceso de los niños en condición de discapacidad".

Agrega que aumentan los riesgos de burla y agresión hacia los niños que presentan distintos déficits. "Imagínese un joven de 17 años, con retardo mental moderado, y con una edad mental de 6 años. Como tiene estatura de adulto, si ingresa a primero o segundo de primaria, sus compañeros de clase se burlarían de él y esto alimentaría su frustración y baja autoestima", comenta Angarita. Pero, a todas luces, la mayor dificultad es de tipo cultural; la incapacidad social de asumir la diferencia y la falta de tolerancia, insiste Pabón. Esto sumado a que el esfuerzo de educación inclusiva solo llega hasta el bachillerato.

Herramientas pedagógicas para hacer una inclusión exitosa

- Iniciar el proceso de inclusión desde la primera infancia, en la educación inicial.

- Desarrollar currículos que atiendan las diferencias desde la pedagogía, es decir, recurrir a métodos dirigidos al ritmo de aprendizaje de los alumnos.

- Tener maestros que respondan a diversas formas de aprender con diversas formas de enseñar.

- Contar con profesores de apoyo (en el caso de los alumnos sordos, con intérpretes).

- Crear materiales educativos adecuados para facilitar la asimilación de los conocimientos: textos escolares especiales (por ejemplo, con más imágenes y textos sencillos y directos en el caso de los niños con déficit cognitivo; con texturas y en braille para los pequeños con discapacidad visual), objetos, juego y elementos particulares.

 

¿Qué opinan los padres de familia?

Mónica Cortés, directora ejecutiva de Asdown y madre de un niño de 13 años con síndrome de Down.

 

“La educación inclusiva es esa posibilidad de entender la diversidad humana. Quiero que mi hijo tenga una nueva imagen de lo que puede ser y hacer con su vida… Soy optimista; mi hijo siempre ha estado en procesos de inclusión y cada vez que lo miro siento que somos más parecidos que diferentes. Ha aprendido historia, ciencia y sociales a su manera. Es un niño muy sociable y apropiado. Tiene claridad en torno a lo que le gusta y lo que quiere y eso lo ha aprendido al estar con otros niños. La mejor terapia para él es aprender a vivir con los demás pues así desarrolla mejor las habilidades sociales”.

 

María Leonor Restrepo, madre de un joven de 20 años con discapacidad cognitiva

"Yo no estoy en contra de la integración escolar, de la educación inclusiva, pero sí estoy a favor de la educación especial y lo único que pido es que le den cabida a esta educación... Yo le apuesto a la inclusión de mi hijo en el área laboral, pero no en un colegio. A algunos padres no nos funciona esta inclusión; mi hijo fue víctima de matoneo, como es el caso de muchos otros padres, y para mí, el aula regular no tiene ventajas. El colegio de educación especial donde tengo a mi hijo le permite estar con sus iguales, compite con sus iguales y su autoestima es mucho mejor, pues nadie lo rechaza ni lo maltrata".